lunes, 12 de marzo de 2012
Somos personas
Publicado: 10/03/2012
La violencia machista es una vergüenza, propia de acomplejados
El 8 de marzo se conmemora el Día de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona, lucha cuya primera edición se celebró en 1911 y fue oficializada por la ONU en 1977. La cruel I Guerra Mundial lo impulsó a modo de trampolín, al estar los jóvenes varones luchando en el frente e incorporarse la mujer al empleo en las fábricas, como argumento de hecho sobre su capacidad para el trabajo remunerado fuera del hogar, y reducir paso a paso la discriminación en cuanto a igualdad de oportunidades y sueldos. Distinto asunto es si la imposición de cuotas promociona gente por estética o por su valía.
Somos distintos pero debemos tener los mismos derechos. Según vemos por televisión e internet el problema sigue enraizado en los países musulmanes, a algunos de los cuales les faltan varios veranos de la revolución liberal modernizadora. España es un país más equilibrado que otros con los apellidos, pues en Francia o anglosajones la mujer pierde su apellido de soltera al casarse y adopta el del marido; siempre he pensado que vaya lío para la que se case varias veces… Pero dar privilegio al género masculino sigue siendo una discriminación, ya sea dinástica o en dirección de empresas.
El siglo XX vio el desarrollo del movimiento sufragista femenino. Australia fue el primer país que reconoció el sufragio para la mujer en 1902, en España se aprobó en 1931, durante la II República. En cuanto al divorcio o disolución del matrimonio España, que en los años 40 y 50 con Franco fue y mucho un régimen “nacionalcatolicista”, ha sido de las últimas naciones en reconocerlo, ya en 1981 con la UCD de Adolfo Suárez. Cuestiones más polémicas son las de la píldora del día después y sobre todo la del aborto, que en casos graves puede ser un mal menor, pero de ningún modo la violencia contra el feto humano un derecho en libertinaje de la futura madre.
El lenguaje y la publicidad han sido tradicionalmente machistas. El sexo atrae, pero el anuncio sexista es vejatorio, como lo sería el racista o el sectario. ¿Qué aporta “la tía buena” a las características del coche del anuncio? La persona no merece ser despreciada. Si bien reiterar ellos y ellas, todos y todas… puede sonar redundante y cursi, expresiones como “el hombre” por el hombre y la mujer o “mi”señora por la esposa, indican –consciente o inconscientemente- superioridad y posesión. Las personas no son cosas y por tanto no deben ser tratadas como objetos. No cuesta tanto ser cortés y referirse a veces a “la persona” o a las madres y padres. Lo cortés no quita lo valiente.
Dado que tradicionalmente había un reparto de papeles sociales, el hombre trabajaba fuera de casa y la mujer cuidaba de los hijos, el reto actual trabajando ambos en muchos casos es conciliar la vida familiar y profesional. Aquí sí hay un argumento de peso para flexibilizar las condiciones del mercado laboral, respetando los derechos de todos –y todas- los trabajadores. Cuando no haya que celebrar un día de la mujer trabajadora para reivindicar el fin de los abusos machistas, y todos los días del año sea normal la igualdad de oportunidades según su carácter y mérito, habrá triunfado el sentido común.
(Adaptado del artículo publicado los jueves en la edición de papel de La Nueva España de Gijón)
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