sábado, 24 de marzo de 2012

Leyendo labios, se llega lejos

propósito de la celebración del Día Internacional de la Mujer, en el mes de marzo, se presenta la historia de vida de María Carolina Albornoz, una becaria venezolana quien cursa estudios en el exterior rompiendo barreras de idioma, discriminación y comunicación Por Yorlet Acosta (Cortesía de Prensa Fundayacucho) Desde 2008, María Carolina Albornoz, con su maleta llena de optimismo, se radicó en la ciudad de Nancy (Francia), con el propósito de conquistar una meta trazada hace algunos años: lograr su Licencia Profesional, a través del Acuerdo de Cooperación en Materia de Educación Universitaria, suscrito entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Francesa, que obtienen estudiantes venezolanos egresados de los Institutos Universitarios Tecnológicos (IUT), por medio de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho). Pasado tan sólo días de su acto de grado, María Carolina, compartió su historia de vida: un relato que, para ella, desde lo más humilde de su corazón, no tiene mayor significación, pero sin duda alguna sirve de inspiración para todos aquellos quienes dudan de sus capacidades. En el solsticio de verano, el 21 de junio de 1982, nació en la ciudad de Mérida esta chica de 29 años. Su padre abogado y profesor de Derecho en la Universidad de los Andes (ULA) y su madre arquitecta de profesión, junto a sus dos hermanas mayores, han sido pilares fundamentales en su vida. A poco tiempo de su nacimiento, su madre decidió dedicarse a ella de manera exclusiva, a raíz de un problema pulmonar. A los diez meses de edad, descubrieron su sordera profunda. Desde entonces y hasta cumplidos nueve años, asistió a terapias de lenguaje, que le permitieron hablar y leer los labios. “A mi papá no logré leerle los labios sino hasta después los cinco años; ya que, su bigote me dificultaba la lectura labial. He llegado lejos en la vida, gracias a mi familia que nunca me trató como alguien diferente, ni especial, tuve las mismas tareas que mis hermanas, las mismas sanciones y la misma disciplina”, explicó. Desde pequeña estuvo en dos preescolares y colegios simultáneamente. Por las mañanas, iba a la escuela especial para sordos; y por las tardes, a un colegio de oyentes. Alcanzado el tercer grado, continuó sus estudios en colegios convencionales, pues, a su juicio y el de su familia, la educación especial no era la esperada. “La mayoría de los profesores no tiene la motivación de educar bien a los niños sordos, pues la sordera les resulta un obstáculo y los tratan diferente, como inferiores a ellos. No los motivan a aprender a escribir y leer bien, aceptan que escriban mal sin corregirlos. Mi sueño siempre fue ser profesora de niños sordos y mostrarles que sí pueden llegar lejos, dándoles mi ejemplo”, afirmó. Sin embargo, orientó, su carrera hacia el área de Informática. Culminó su educación básica en el Colegio “Las Tapias”, en Mérida, y realizó sus estudios secundarios en la Escuela Técnica y Comercial “Inmaculada Concepción”. Allí obtuvo el título de Técnico Medio en Informática, y luego alcanzó el título de Técnico Superior Universitario en Informática en el Instituto Universitario Tecnológico de Ejido, en el año 2007. Su vínculo con Francia inició en 2005. Al visitar a María Alejandra, una de sus hermanas, quien realizaba estudios universitarios en Ciencias del Lenguaje, en Lyon. Estando allí, María Carolina se dio cuenta de que podía leer los labios en francés. Con sus nociones intermedias en inglés y el dominio de su lengua materna, vislumbró la oportunidad de estudiar en el país europeo. Fue dos años más tarde, que consolidó esa idea, al conocer a través de Internet el convenio de Fundayacucho con los Institutos Universitarios Tecnológicos. Quedó preseleccionada en 2007, pero no obtuvo la beca en aquel momento. Sin embargo, eso no la desanimó y, para 2008, luego de su segunda postulación, consiguió la ayuda académica y viajó a Francia para estudiar Redes y Telecomunicaciones, en el IUT Nancy-Brabois, de Nancy. “El primer año escolar fue muy difícil para mí. La adaptación a la cultura francesa fue muy fuerte. En el norte del país, los franceses son muy distantes y fríos con los extranjeros, tanto que una mexicana y yo fuimos totalmente ignoradas por nuestros compañeros. Sin embargo, los profesores fueron muy buenos, trataron al máximo que yo entendiera todo. Estuvieron siempre pendientes de que pudiese leer los labios en las clases, me daban clases extras, fuera del horario habitual”. Comentó sobre su proceso de adaptación que se vio facilitado con el apoyo de su hermana, quien ajustó sus horarios de trabajo para servirle de intérprete, “a pesar de que el vocabulario técnico de las clases hacía difícil la tarea”. Superada un poco la barrera comunicacional. Un nuevo obstáculo se presentó en su vida. Su enfermedad inmunológica volvió a hacer estragos, demandando una operación que la distanció de sus clases en el segundo año escolar. “Caí en una depresión profunda, me sentía frustrada de no haber logrado mis estudios; no quería defraudar a mi familia, a mis amigos, a Fundayacucho; ni regresar a Venezuela sin un diploma". El director del IUT de Nancy-Brabois, al conocer la situación, la animó a cursar estudios de Multimedia en el IUT de Saint-Dié-des-Vosges, y Fundayacucho accedió a esta segunda oportunidad y así logró culminar su licencia profesional en Diseño y gestión de proyecto multimedia con un buen promedio. En medio de sus estudios, es de destacar la elaboración de un afiche que le dejó grandes satisfacciones. Debía crear un póster sobre estudiantes internacionales en el IUT. Tuvo la iniciativa de buscar a los extranjeros para tomarles una foto que sería el tema principal del afiche. Esto traspasó las expectativas de sus profesores y la felicitaron por ello. Gustó tanto que lo colgaron de manera fija en el pasillo del instituto. Para reducir la exclusión Con la finalidad de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad auditiva —un grupo históricamente excluido—, ésta joven propuso un proyecto orientado a la creación de un sitio web dinámico para difundir la Lengua de Señas Venezolana, “con la intención de romper las barreras entre el mundo oyente y el mundo sordo. A partir de esto, tengo la intención de colaborar en la creación de escuelas de informática y multimedia, especialmente para sordos”. Se visualiza en unos años trabajando en la Escuela Especial para Sordos, “Ofelia Tancredi de Corredor”, en Mérida, y apoyando la creación de escuelas de informática para sordos. Evidentemente, María Carolina tiene bien claro sus planes a su regreso a Venezuela, y no duda en decir que, la importancia para nuestro país de que los venezolanos formados en el exterior se inserten en el aparato productivo, radica en la transmisión de todos los conocimientos adquiridos desde lo profesional hasta lo personal. Por otro lado, comenta que la vida en Francia es muy tranquila. "Todo es muy organizado y limpio. El clima es extremo; y la gastronomía varía mucho de una región a otra: es muy rica, pero un poco pesada en las noches”. Para ella, los franceses tienen una visión general de Venezuela. De un país en vías de desarrollo y que tenemos grandes riquezas naturales. En su opinión, la cultura francesa es totalmente distinta a la nuestra. En su tiempo de estadía en el país europeo, María Carolina sólo ha conocido la idiosincrasia de los habitantes del norte, sin caer en generalizaciones, al compararlos con nuestra forma de ser, comentó. “Nosotros los venezolanos, somos muy abiertos, tendemos nuestros brazos a casi todo el mundo. La familia es más unida y solidaria. Ahora, los franceses no son superficiales, como a veces solemos ser los venezolanos. Aquí (en Francia) nadie se fija si te falta un brazo o una pierna, si eres gordo o flaco, si estás mal o bien vestido, si tienes pepitas en la cara o lesiones de nacimiento en el cuerpo, si tienes un carro nuevo o viejo. Ni están pendientes de operarse la nariz o hacerse los senos”, agregó. A propósito de la celebración en el mes de marzo, del Día Internacional de la Mujer, María Carolina define el ser mujer con una imponente palabra: guerrera. “Para mí, (ser mujer) significa ser una guerrera, amante de la vida. Siempre luchamos por lo que más queremos. Nada es imposible para nosotras. Encontramos solución a todo, no nos rendimos tan fácilmente. Podemos hacer cualquier cosa, somos polivalentes, desde cuidar a los hijos, hermanos menores, atenderlos, cocinar, trabajar, apoyar a nuestra pareja, educar, hasta mantener el orden en nuestro hogar. Somos románticas, soñadoras, alegres, sensibles y fuertes, soportamos mejor los golpes de la vida, también podemos dar vida a un nuevo ser, lo cual es maravilloso. Es un orgullo ser mujer”. No duda en comentar que las mujeres, en su Día celebran la libertad, la igualdad y el don de traer vida. Finalmente, como mensaje para las personas con discapacidad que puedan, con su historia, tener una motivación especial para no autoexcluirse de ningún proceso en la vida, señaló: “Yo soy tal como soy, gracias a mi mamá, quien siempre me motivó y nunca me trató diferente. Puedo decir que seremos diferentes a la vista de los demás, pero el error está en creerlo y dejar que eso nos autolimite en la vida. Nací con discapacidad auditiva profunda y con un problema genético que afecta constantemente mi piel; pero nada de esto me ha impedido ser quien quiero ser”. A pesar de sus humildes palabras, María Carolina Albornoz, es, indudablemente, una inspiradora historia de vida a ser imitada. (Título original: Leyendo labios, se llega lejos) http://www.venezueladeverdad.gob.ve/content/la-guerrera-que-se-enamor%C3%B3-de-los-labios

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