miércoles, 14 de marzo de 2012

La mujer africana se libera en Ruanda

Agnes Uyisabye en su aldea.| Didier Bikorimana Didier Bikorimana (Panos London) | Butare Actualizado miércoles 14/03/2012 09:37 horasDisminuye el tamaño del textoAumenta el tamaño del textoSentada a la sombra de un árbol de mango, Agnes Uyisabye revisa la lista de beneficiarias del esquema nacional de salud junto a una docena de trabajadoras sanitarias de la comunidad. Uyisabye, de 35 años, es una líder de base del sector de Kansi, en el sur de Ruanda. Durante los últimos nueve años, ha sido la encargada de los asuntos sociales de la umudugudu (literalmente aldea) local, la unidad administrativa más pequeña del país, supervisando a 896 personas de 204 hogares. Es una tarea no remunerada, pero no le importa. Desliza su igitenge, una pieza de tela tradicional que cubre su ropa, hacia un lado mostrando un teléfono móvil en el bolsillo de su camiseta –que utiliza para, en caso de emergencia, contactar con hospitales y centros de salud– y señala su camiseta azul y roja con orgullo. En ésta, escrito en kinyarwanda, la lengua local, se lee el mensaje: 'Erradicar la malaria de Ruanda es responsabilidad de todos'. Entre sus tareas está asegurarse que los enfermos del vecindario lleguen a los centros de salud más cercanos, recomendar a las mujeres embarazadas que vayan a las consultas prenatales y administrar el tratamiento en casos de enfermedad leve. Ella no está cualificada como una trabajadora de salud, pero ha recibido alguna formación básica que la capacita para diagnosticar ciertas dolencias. "Nuestros vecinos nos votan por nuestra integridad. También porque necesitan que estemos a su servicio. Así que, aunque no nos paguen, no podemos decepcionar la confianza que han puesto en nosotras" dice esta mujer. Uyisabye, madre de cuatro hijos, y que sólo tiene hasta la primaria, fue elegida para esta labor en 2003, el año en que Paul Kagame fue nombrado presidente de Ruanda. "No me sorprendió cuando me eligieron", dice Uyisabye, mientras recuerda que hay mujeres líderes ocupando cargo de mucha mayor importancia, como la actual ministra de salud, la Dra. Agnes Binagwaho. 'Cuando mi mujer va a las reuniones, yo cuido de los niños. Esto es igualdad... es desarrollo'Su esposo, Vincent Niyonambaza, de 39 años, dice que ahora sabe más sobre la política del gobierno, y añade que "cuando ella va a una reunión, nos explica la importancia de tener mosquiteras contra la malaria, pagar un seguro de salud y tener una huerta con verduras para luchar contra la malnutrición. Las cosas han cambiado. Cuando mi mujer va a las reuniones, yo cuido de los niños. Esto es igualdad de género… esto es desarrollo". Las mujeres como Agnes han desempeñado un importante papel en Ruanda después del genocidio de 1994, en el que murieron al menos 800.000 personas, desde las bases hasta las más altas instancias del parlamento. Haciendo historia El país hizo historia en 2008, cuando 45 de los 80 miembros electos del parlamento eran mujeres. Con este 56%, es, de lejos, el país con un mayor porcentaje de parlamentarias del mundo. La constitución de Ruanda, adoptada en 2003, declara que, al menos, el 30% de los cargos en "órganos de decisión" deben estar ocupados por mujeres y eso es algo que se ve en todo el país. No son sólo palabras sobre la igualdad de género. En las elecciones distritales y sectoriales, las mujeres consiguieron un 43,2% por ciento de los puestos tanto en los distritos como en la capital, Kigali. Un tercio de los ministerios ruandeses –entre ellos Asuntos Exteriores, Agricultura y Salud– están en manos de mujeres. En todas las comisarias de policía hay un "departamento de género", al igual que lo hay en el ejército, para reportar actos de violencia contra la mujer. Alphonsine Mukarugema es la directora del Foro de Mujeres Parlamentarias de Ruanda. Elegida por primera vez en 2003, ahora participa en la Comisión de Políticas y Género del Parlamento de Ruanda. El genocidio, dice esta mujer, tuvo un papel en el empoderamiento de las mujeres. "Muchas quedaron viudas por el genocidio. Otras tuvieron que empezar a trabajar porque encerraron a sus esposos por, presuntamente, haber participado en las matanzas. Así que las jóvenes se mentalizaron de que tenían que conseguir buenos empleos, lo que significa ir a la escuela", dice Mukarugema. "Nuestro gran número de parlamentarias ha ayudado mucho a tener una legislación sensible a la mujer. Pusimos en marcha una serie de b>leyes destinadas a luchar contra la violencia de género, y se enmendaron aquellas que perjudicaban a las mujeres. De esta manera, hoy las chicas pueden heredar las propiedades de sus padres, incluida la tierra", añade. "Influimos en las actividades del Parlamento y las leyes aprobadas son sensibles a los temas de género, y velan porque los presupuestos cuiden tanto de las mujeres como de los hombres". Percibiendo la igualdad Niños en una escuela ruandesa.| D.M. Muy cerca de donde vive Agnes está Mukura, en el distrito de Huye, donde residen Aimée Carine Kura, de 15 años, y Valentine Kampire, de 18. Cada día Carine y Valentine, junto con su vecino, Fabrice Ishimwe, de 15, caminan tres horas para llegar a la escuela de secundaria Regina Pacis, en el vecino sector de Tumba, un suburbio de la ciudad de Butare. "Louise Mushikiwabo [la ministra de exteriores de Ruanda] me dio esperanzas de que yo también podía estar en ese cargo en el futuro", dice Valentine, que está en su segundo año. Esta política se ha convertido en un icono incluso entre los hombres, que le han cambiado el nombre 'Mushikiwabo', ('su hermana', en kinyarwanda), por 'Mushikiwacu', que significa 'nuestra hermana'. No obstante, Fabrice, estudiante de primer curso, dice que a él le perjudica esta discriminación positiva. Cuando tuvo los resultados de los exámenes nacionales el pasado año, vio como chicas con peores notas ocupaban plazas en las mejores escuelas del país que necesitaban cubrir las cuotas. "Me entristeció ver que niñas con iguales o peores notas a las mías estudiaban en escuelas en las que yo no he podido”, se lamenta. Las muchachas dicen que ellas ya no necesitan esta discriminación positiva y que esto las avergüenza porque ya se sienten suficientemente confiadas de poder competir de igual a igual con sus compañeros varones. Marcando la diferencia en educación Ciertamente, chicas y chicos están a la par en cuanto a inscripción escolar, algo realmente extraño en África, donde en la mayoría de países los índices de alfabetización entre las mujeres es mucho menor. En Ruanda, el 77% de los jóvenes de entre 15 y 24 años –independientemente de su sexo– sabe leer y escribir, según UNICEF. De hecho, la matriculación en primaria es incluso más alta para las niñas (97%) que para los niños (95%). Pero la cifra de mujeres disminuye en la secundaria y en la universidad. No abandonan por falta de inteligencia, según la Asociación de Mujeres Universitarias de Ruanda, sino porque asumen las responsabilidades del hogar. Igual acceso, pero no iguales oportunidades, afirman las activistas. Usta Kaitesi, profesora de género y derecho y vicedecana de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Ruanda, dice que no hubo voluntad de cambiar las cosas hasta después del genocidio, a pesar de que el país firmó la Convención de la ONU dice 1979 que prohibía discriminar a la mujer. "La mayoría de los países cuentan con leyes que no contemplan injusticias, pero su aplicación es otra historia. Pero en Ruanda, hay la voluntad política de empoderar a las mujeres ellas son muy conscientes de su papel en la sociedad”, se complace Kaitesi. Irena Mukansoneye, de 78 años, recuerda: "En nuestros tiempos, se daba mayor valor a los chicos que a las chicas. La mayoría de los padres veían que sus hijas beneficiarían a los esposos, no a ellos. Pero hoy han llegado las leyes y las niñas van a la escuela igual que los niños. Yo veo que esto es desarrollo". En los últimos cinco años, un millón de ruandeses ha salido de la pobreza, reduciéndose ésta del 56,7% en 2005 al 44,9% en 2010.

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